¿Cómo resolvemos los problemas? Comprende tu forma de actuar y mejora tus relaciones

En el día a día, todas nos enfrentamos a desafíos, ya sean pequeños o grandes: con nuestros hijos, en el trabajo, en la pareja… Pero, ¿alguna vez te has detenido a pensar en cómo los resolvemos? ¿Por qué en algunas situaciones sentimos que salimos ganando, mientras que en otras simplemente cedemos o evitamos el conflicto?
Hoy queremos hablarte sobre los estilos de resolución de problemas, una herramienta valiosa para comprender nuestras reacciones y mejorar tanto nuestras relaciones personales como profesionales.
¿Qué influye en nuestra manera de resolver un proba?
Dos factores clave determinan nuestro enfoque:
La importancia que le damos a la relación con la otra persona.
La importancia que le damos al objetivo o resultado que queremos conseguir.
Según estos factores, elegimos (a veces sin darnos cuenta) un estilo u otro.
Estilos para resolver problemas (y cómo nos afectan)
Co-creación (positivo)
Ambas partes colaboran para encontrar una solución beneficiosa para todos. Es el enfoque más constructivo y duradero, donde ambas personas ganan y la relación se fortalece.
Mitad y mitad (positivo)
Cada parte cede en algo y gana en otra, logrando un equilibrio. Aunque puede dejar la sensación de que el acuerdo pudo haber sido mejor, sigue siendo una forma sana de resolver conflictos.
Cesión (negativo)
Una de las partes renuncia a lo que desea para evitar el problema. Aunque parece pacífico, ceder demasiado en asuntos importantes puede generar frustración, desgaste y conflictos a largo plazo.
Fuerza (negativo)
Una parte impone su solución sin considerar al otro. Aunque puede parecer efectivo en el corto plazo, daña la relación y deja heridas emocionales. Es común en relaciones con jerarquía o poder desigual.
Huida (negativo)
Evitar el problema como si no existiera. El conflicto se aplaza, pero no desaparece; al contrario, suele crecer y volverse más difícil de gestionar.
¿Y tú, cómo sueles resolver los conflictos?
Existen modelos que nos ayudan a identificar nuestro estilo. Uno de los más conocidos es el de Thomas y Kilmann, que define cinco formas de afrontar un problema:
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Competitivo (yo gano, tú pierdes).
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Complaciente (yo pierdo, tú ganas).
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Evasivo (mejor no hablar del tema).
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Colaborador (busquemos juntos la mejor solución).
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Comprometido (ni para ti ni para mí, buscamos un punto medio).
No hay un estilo “perfecto” para todas las situaciones. Lo importante es ser conscientes de nuestras respuestas y desarrollar herramientas para elegir la estrategia más adecuada en cada caso.
En resumen…
Resolver problemas de forma consciente no solo mejora los resultados, sino que también fortalece nuestras relaciones y nos ayuda a sentirnos más seguros y capaces.
Si quieres trabajar estas habilidades en tu vida personal o familiar, desde Brújula Educativa podemos acompañarte.